La modernidad en el siglo XXI va reemplanzando tradiciones como la Semana Santa, por eventos afines a intereses sociales y económicos actuales.
Recuerdo que siendo pequeño la Semana Santa era una tradición importante para mi familia, llena de creencias católicas. Desde el domingo de ramos hasta el domingo de resurreción se tenía por entendido que se rememoraba la pasión de Cristo.
Mi familia estaba obligada a guardar luto y no realizar ninguna actividad que no fuera rezar por la muerte de Jesús en la cruz y mi abuelo castigaba a quien utilizara la semana para relajarse o divertirse. De niño nunca quise que llegaran las vaciones de Semana Santa por esta razón: eran aburridas y estrictas.
Pasaron los años y mi familia, junto con la sociedad, cambió: la Semana Santa se relajó y empezó a reemplazar algunos habitos religiosos por la diversión que sólo el Carnaval te puede dar.
Ahora podemos ver la tele y bajan los precios del alcohol, ademas de que hay múltiples invitaciones a lugares paradisiacos o recreativos y una gran verbena popular.
La modernidad, este fantasma cultural y social que viene a sustituir condiciones de vida por otras ya arcaicas, se refleja en las costumbres y tradiciones de la sociedad.
Así es como la vida cotidiana se va transformando.
Sí
